
2- Los franceses mantenían un poder tradicional en las urnas. Una derecha peculiar, en un Estado fuerte y centralizado como ningún otro, con políticas públicas muy presentes en casi todos los sectores y un cierto populismo social, mantuvo durante décadas su hegemonía política. A partir del triunfo de Mitterrand en el 81, los franceses han cambiado de mayoría parlamentaria en cada elección. Parecen estar a la búsqueda de una respuesta para ese malestar difuso que los aqueja, a la incertidumbre que nace de la convicción de que las cosas no pueden seguir como están, aunque tengan miedo a los cambios.
3- De esta forma, en cada nuevo gobierno de mayorías alternativas, con o sin cohabitación con la presidencia de la República , las reformas se han ido aplazando porque el triunfo de esas mayorías ha sido siempre a la defensiva como consecuencia del miedo al cambio de rumbo de la República. Tal vez Francia haya sido el país desarrollado más renuente a la aceptación de la nueva realidad derivada de la revolución tecnológica, el más contrario a la globalización.
4- En el espectro político representativo de la izquierda y la derecha, ha habido y hay modernizadores y bonapartistas. Se mantienen separados por la fractura histórica vertical entre la derecha y la izquierda, que les impide la aproximación en los temas centrales de la modernización y las reformas necesarias. Por eso, más que la batalla por el centro, se trata de la batalla por la modernización frente al continuismo.
5- Sarkozy: neoliberalismo en sus propuestas reformistas y posiciones de derecha dura en temas identitarios. En su caso pesará más el voto anti-Sarkozy como limitante para llegar a la mayoría. Ségolène es dificil imaginar que pueda movilizar el voto modernizador con su estilo un tanto "mitterrandista" y su apelación a los ciudadanos como responsables últimos de las reformas que el país necesita.
6- Se puede comprender la dificultad, desde su posición de izquierdas, para convencer a los franceses de que es necesario emprender la modernización institucional del Estado y las reformas estructurales de una economía corporativizada que pierde capacidad de crecer y competir y, por eso, hace difícil mantener el grado de cohesión social al que están acostumbrados.
7- El campo de batalla se sitúa entre modernizadores y bonapartistas, más aún que entre izquierda y derecha.
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